MI PAPÁ Y MI BORDÓN SCOUT

(relato)

“El jefe scout nos dijo que el bordón scout era como su rifle para el soldado, y nos emocionó relatando los usos que le daríamos en las excursiones y campamentos; y para el guía de patrulla era indispensable pues allí se portaba el banderín de la patrulla, pero que cada scout tenía que conseguir el suyo, por sus propios medios.
Al llegar a casa busque a mi padre en el pequeño taller que había instalado al fondo de nuestra casa, pues cuando no estaba en el trabajo, allí hacia arreglo de cosas diferentes para la casa, era su hobby y tenía una colección de herramientas que había coleccionado desde su juventud.
Muy entusiasmado le explique lo que significaba para mi tener el bordón scout, pues era el Guía de mi patrulla. De entre diversas maderas que había allí, tomo una y me dijo que era la más apropiada, pero yo la veía cuadrada y tosca y le insistía que tenía que ser redonda, y repetía los usos que le daría en el campamento, me miró y sonrió, 
Que el entusiasmo de mis once años, los siguientes días al llegar del colegio, iba al taller a ver el tosco palo, que con un cepillo de carpintero mi padre le iba dando forma, y al otro día con una lija lo iba puliendo, y luego con pintura y barniz le dio color y brillo, poco a poco lo iba convirtiendo en lo que para mí era una obra de arte scout,
Emocionado, el sábado siguiente, con mi bordón en mano llegué a mi reunión scout, donde se colgó el banderín de la patrulla, sirvió para hacer amarres en un trípode y colgar el lamparín en las noches de campamento, como parante de un choza scout, para escalar los cerros, como cerco para el orden en las procesiones y mil aventuras más.
Mi padre ya no está, mi bordón tampoco, y mirando al cielo pienso que sonríe conmigo sabiendo lo feliz que me hizo.